Llegué cansada,
fue un día difícil en la oficina.
Corren tiempos duros, de mucha competencia, de extremas exigencias por el fantasma de despidos debido a la actual situación socio-económica del país. Hay fábricas que están cerrando como consecuencia de las políticas aplicadas por el gobierno neoliberal y colonialista que asumió en el 2015 en la Argentina. Se recortan y retrotraen derechos ganados en la década anterior.
Me siento desmoralizada, abatida, asustada.
Llegué cansada,
quisiera estar bien cuando traspase la puerta de casa,
tengo aún mucho por hacer.
Y están ellas, mis pequeñas niñas,
me esperan, sé que quieren contarme su día, sus aventuras.
Como todas las tardes, María se había quedado a cuidarlas,
ni bien traspaso la puerta
hace un rápido resumen de las actividades, disputas y reclamos de las pequeñas
y sale corriendo,
porque en su casa la esperan sus propios hijxs,
Pablo, Juan, Lucía y Gerónima que han quedado al cuidado de la abuela.
“La sociedad necesita del cuidado [y] ello lo hace una categoría social y política”.
El trabajo de cuidados: Una cuestión de derechos humanos y políticas públicas
Cada vez es más visible que las responsabilidades de cuidado se presentan como una frontera en el ejercicio de la autonomía de las mujeres. El cuidado atraviesa nuestras vidas y va construyendo y delimitando nuestra subjetividad de acuerdo con el tránsito que hacemos entre cada una de las fronteras invisibles de nuestra vida cotidiana. Comenzar el día cuidando, transponer la frontera, “producir” y nuevamente dejar el mundo público y regresar al hogar, donde el paso de la puerta de entrada implica una nueva frontera.1
El 9 de mayo de 2018 se presentó en México el libro “El Trabajo de Cuidados: Una cuestión de Derechos Humanos y Políticas Públicas” como resultado del compromiso institucional de ONU Mujeres México junto a un grupo de académicas y académicos nacionales e internacionales. Leer esta información me alegró, sentí el entusiasmo por el avance y reconocimiento que en otros tiempos siquiera nos atrevíamos a pensar como un aspecto relacionado a nuestros derechos, a los derechos de las personas que queremos y amamos, y de tanta gente que nos rodea. Y hablo en plural porque es un tema que suelo compartir con amigas, compañeras y compañeros de trabajo, porque resulta difícil, si no imposible, pensar una situación de autonomía absoluta en las cadenas globales de cuidados, en los cuidados de cada día y de todos los días por los que transitamos en el curso de nuestros diferentes ciclos vitales.
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